CÓMICOS (1953)

Producción: Unión Films (Madrid), 1953. Guión: Juan Antonio Bardem. Fotografía: Ricardo Torres (B/N). Música: Isidro B. Maiztegui y Jesús Franco. Decorados: Bernardo Ballester y Emilio Burgos. Montaje: Antonio Gimeno. Maquillaje: Fernando Florido. Ayudante de dirección: José Luis de la Serna. Script: Jose Luis de la Serna. Secretario de dirección: Jesús Franco. Jefe de producción: Ricardo Sanz.

Intérpretes: Christian Galvé (Ana), Fernando Rey (Miguel), Emma Penella (Marga), Mariano Asquerino (Don Antonio), Rosario García Ortega (Doña Carmen), Carlos Casaravailla (Carlos), Rafael Alonso (Blasco), Arsenio Fregnac (José Luis), Manuel Alexandre (Manolo), Arturo Marín (Valdés), Manuel Arbó (Rafael), Matilde Muñoz Sampedro (Matilde), Miguel Pastor Mata, Manuel Guitián, Aníbal Vela, Alfonso Gallardo, Emilio Santiago, José María Prada, Carlos Martínez Campos, Josefina Serratosa, Lolita Gómez, Enrique Ramírez, José María Gavilán, Matilde Artero.

Ana Ruiz, 25 años, dama joven de la gran compañía de comedias Soler-Salas. ¿Qué espera ella? ¿Qué esperan todos sus compañeros? A través de viajes incómodos, estaciones dormidas en la madrugada, pensiones de segundo orden, teatros viejos, obras estúpidas, sueldo escaso, la esperanza –tal vez la sucia esperanza– obliga a todos, a los cómicos, a continuar. Ana tendrá que sacrificar ese triunfo que tan ardientemente espera, el amor de su compañero Miguel. Nada le puede hacer abandonar el teatro.

La compañía ha vuelto a Madrid. Es leída una nueva obra. Ana tiene ahora su primera oportunidad. Pero el papel que podría consagrarla no es para ella. La rutina, una tradición duramente mantenida, el egoísmo, hace caer ese papel en manos de la primera actriz. Ana desolada abandona la compañía. Ahora, para ella, vienen los terribles días de la espera. Sí, hay que esperar, esperar una nueva ocasión. A su alrededor Carlos Márquez le habla con promesas cautivadoras. El triunfo de Ana está al alcance de su voluntad. ¡Es tan poco lo que hay que dar a cambio!

El éxito de la primera actriz en ese papel que estaba destinado para Ana, la obliga a rendirse a Carlos. Ella ha de triunfar sea como sea. Nadie podrá robar unos aplausos que ya suenan para ella.

Accidentalmente Ana debe reemplazar a la primera actriz. Ahora, a los ojos asombrados de sus compañeros, nace resplandeciente una actriz maravillosa.

Sin embargo, no habrá mañana para ella porque mañana volverá la rutina y la primera actriz de la compañía recuperará su papel.

¿El triunfo de Ana es, pues, estéril? No. Sirve para que Ana sea consciente de su propia fuerza. Ahora Carlos no es necesario. Nadie es necesario. Sólo ella y su gran esperanza, Ana puede seguir.

[del pressbook original de 1954]

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