Entrevista para la BBC.

Periodista: Jorge Marín.

Fecha: (estreno de Emmanuel)

 

Las estrellas. Cine comercial y cine ideológico. Varietés. Sara Montiel.

¿Hasta qué punto confía el realizador en la estrella, hasta qué punto se ve influenciado por la taquilla potencial?

[El realizador] se ve influenciado siempre [por la taquilla potencia de la estrella], en el sentido de que siendo uno un trabajador asalariado en una industria que se mueve en una economía liberal, el patrono de esa industria, es decir el productor de esa película, está buscando siempre el máximo rendimiento. Es decir que es fundamental para la carrera profesional de cualquiera de nosotros realizadores que las películas que hagamos funcionen. (…) Y en ese sentido el empleo (…) de una estrella, de alguien que por su sola presencia ya presupone una entrada de público incondicional, es pues una condición fundamental.

Entonces esa película que usted menciona [Varietés], no es una película comparable en contenido a esas dos que ha mencionado [Muerte de un ciclista, Calle mayor] puesto que era la primera película musical que hacía (…). Pero me encontré muy a gusto haciéndola. Quiero decir que Sara Montiel, con todas las limitaciones que caracterizan a su peculiar carrera cinematográfica, es una profesional de primera categoría y trabajé muy a gusto con ella. Ahora bien, si la crítica pretende equiparar, ver bajo el mismo prisma, esa película que es un entretenimiento y con una dirección puramente comercial, con otras películas que he hecho que tienen un contenido ideológico, una mayor enjundia, me parece que comete un error de perspectiva grave.

 

Doblaje. Subtítulos. Competencia entre cine español y cine extranjero.

La película de un realizador es siempre aquella versión en su idioma original. (….) El mal menor es, desde luego, los subtítulos, aunque evidentemente muchas cosas, quizás algunos matices del diálogo, se pueden perder. Lo que me parece ya criminal es el doblaje. Y precisamente aprovecho esta ocasión para asegurar que uno de las causas más importantes de la decadencia muy larga de nuestro cine nacional es la obligatoriedad del doblaje de las películas extranjeras al idioma castellano, que ha impedido muchas cosas. Una de ellas, un mayor rigor en la filmación de las películas nacionales, puesto que la toma en directo del sonido ha quedado muy arrumbada. Luego la posibilidad de que manos extrañas manipulen los diálogos de la versión española y por lo tanto el espectador no perciba el mensaje que el autor intentaba. (…) Y por último, que como arma de penetración o de competencia con nuestra cinematografía (…) la obligatoriedad del doblaje de las películas extranjeras ha sido la gran puñalada por la espalda al cine español. Porque uno se pregunta por qué razón un espectador por el mismo precio va a ver una película española si en el cine de al lado ponen una película extranjera que está hecha con muchos más y mejores medios, con mucha mayor libertad. (…)

Entrevista para la BBC, circa 1974.

 

La Junta de Censura. El anonimato de los censores.

Considero que el diálogo con la Junta de Censura es muy diferente en las posibilidades inglesas que en las españolas y aún la dominación de esa censura porque, por ejemplo, en España esa dominación es secreta. En cambio me imagino que en Inglaterra se sabe que es Don Fulanito de Tal. Aquí no se sabe. Nadie puede poner en sus tarjetas “Censor”.

[…] Lo que el censor juzga no es tanto el hecho delictivo en sí mismo sino la intención, y entonces, claro, entramos en un subjetivismo que echa por tierra todas las bases fundamentales del derecho. Nosotros [la Agrupación de Realizadores] admitiríamos como único código de censura el código penal. Es decir, aquellos hechos delictivos que muestre la obra cinematográfica se pueden acoger a las normas del código penal y en ese sentido puede ser castigados según las leyes ordinarias, pero no crear toda una serie de jurisdicción especial inapelable.

(Entrevista para la BBC, circa 1974)

 

Violencia y erotismo en el cine. El cine proletario y el cine pequeñoburgués. La televisión.

¿Por qué se hacen esas películas de terrorismo y violencia? Exactamente porque la industria cinematográfica, que es una de las industrias más conservadoras que uno se pueda imaginar, nunca plantea, nunca permite la posibilidad de estudiar a fondo la problemática social de cada país y del mundo en general. Y por tanto siempre hay escape a ese divertimento que es el erotismo o la violencia. Pero no se puede hacer responsable al cinema, que es una víctima de toda esa violencia encapsulada.

[…] El problema es que cuando tantos problemas preocupan ahora a la humanidad, todavía el cinema, y los medios de difusión que están siempre en manos del poder, impiden hacer otro tipo de películas que no sea ese. Nunca se ha hecho un tipo de cine proletario. No existe un cine de la clase obrera; un cine de los problemas de los obreros. Yo recuerdo escasísimas películas. En este instante recuerdo una película que se hizo de una manera muy difícil en América a finales de los años 30, que era “La sal de la tierra”. […] El cine que está, cuenta problemas de la pequeña burguesía y problemas que no están relacionados con la inmediata realidad. Y entonces es natural que para suministrar a ese monstruo voraz que es la televisión se den esos materiales de escape. […] Entonces uno se ve todas esas series que son realmente lamentables.

(Entrevista para la BBC, circa 1974)

 

Erotismo en el cine. Último tango en París. Emmanuelle. La responsabilidad moral del director de cine.

-Hace unos meses parecía que “El último tango en París” era el no va más. Pero ha venido “Emmanuele” y la ha eclipsado en cuanto a erotismo. ¿Cree usted en la responsabilidad moral del realizador en el sentido de pensar que su libertad de expresión puede ser una experiencia traumática para los no preparados?

Primero quisiera decirle que hay una gran diferencia de calidad, no solamente cinematográfica sino temática, entre “El último tango…” y “Emmanuel”. “Emmanuele” me parece una ilustración más o menos acertada de un cierto problema muy particular de una señorita, también de una sociedad específica muy particular y me parece que es una película que disfrazándose con una especie de profunda investigación erótica, lo que hace es ilustrar una historia más o menos pornográfico o atrevida. En cambio creo que “Último tango…” es una espléndida película dramática, donde el erotismo no viene dado de esa manera, digamos recreativa, como viene dado en “Emmanuele”, sino que es una película […] hecha con una gran libertad mental por parte del realizador, sin ninguna traba, sin ningún prejuicio. Creo que es una película importante. […] Creo en efecto que el realizador tiene siempre una responsabilidad moral al enfrentarse con la obra que realiza, pero me parece que la sociedad burguesa está poniendo el problema, el acento, no en el lugar exacto, sino en otra dimensión que le es mucho más rentable, que es la del erotismo.

(Entrevista para la BBC, circa 1974)

 

La censura. El cine español y el cine extranjero. Nunca pasa nada.

Yo hago responsable a la censura española de todos los males de nuestro cine. Quiero decir que el único mal básico, fundamental, de nuestro cine es la falta de libertad. Se lo voy a contar de una manera muy gráfica. En mi caso particular, unas películas como Calle mayor o El ciclista, que en el 55 representaban la máxima cota de las posibilidades de expresión. La distancia entre ese máximo de posibilidades españolas y el umbral mínimo de las posibilidades de comprensión del mundo europeo, de la sociedad europea, era todavía mensurable en términos humanos. Quiero decir que aquello que yo contaba en aquellas películas era comprensible para unas audiencias exteriores y de ahí el éxito que pudieran tener en el exterior del país. Veinte años después […] nuestro techo máximo continúa siendo el mismo, pero en cambio el umbral mínimo exterior se ha desplazado hasta el infinito. Entonces nada de lo que podamos nosotros ahora contar, pensando que esta cota es la máxima, puede interesar fuera. La pregunta dramática que yo me hago cuando tengo que hacer un film en España es qué clase de cosas puedo decir yo aquí que puedan ser interesantes para el mundo exterior.

Entonces es imposible. Esto lo he verificado yo en los festivales de hace tiempo, exactamente en el año 64. Realicé una película que para mí es de mis preferidas, Nunca pasa nada, que no tuvo éxito en ningún sentido. Y luego comprobé que puesta al lado de las películas que se mostraban entonces en el festival de Venecia no tenía nada que hacer. Estaba hablando de un mundo cuyos problemas estaba ya englutidos y superados mil veces por la audiencia internacional.

(Entrevista para la BBC, circa 1974)