FELICES PASCUAS (1954)

Producción: Exclusivas Floralva Producción S.A. (Madrid), 1954. Guión: Juan Antonio Bardem, José Luis Dibildos y Alfonso Paso. Fotografía: Cecilio Panigua (B/N). Música: Isidro B. Maiztegui. Decorados: Gil Parrondo y Luis Pérez Espinosa. Montaje: Margarita Ochoa. Maquillaje: Julián Ruiz. Ayudantes de dirección: Gerardo Ponce y Jesús Franco. Script: Maria Luisa Sarry. Jefe de producción: Rafael Carrillo.

Intérpretes: Julita Martínez (Pilar), Bernard Lajarrigue (Juan), Pilar San Clemente (Pili), Carlos Goyanes (Juanín), Beni Deus (Manolo), Manuel Alexandre (Matías), Josefina Serratosa (Madre Loreto), Rafael Bardem (comisario), Matilde Muñoz Sampedro (hermana traspunte), Emilio Santiago (Jerónimo), José Luis López Vázquez (Felipe), Matías Prats, Luis Domínguez Luna, Miguel Gómez, Arturo Marín, Mariano Sanz, Casimiro Hurtado, María Cuevas, Luis Barbán,  Antonio García Quijada, José Riesgo, Francisco Bernal, Antonio Riquelme, Ángeles Bermejo, Rafael Montes, Agustín González, Pilar Laguna, Luis Pérez de León, Antonio Ozores, Toni Hernández, Gabriel Miranda, Alfonso Gallardo, Manuel Guitián.

22 de diciembre. Gran sorteo de la Lotería Nacional: la fe y la esperanza de todos los españoles. Y la fortuna para Juan, que juega dos pesetas en el número ganador. Sin embargo, no ha ganado nada. Su mujer, Pilar, había distribuido una parte del billete entre los vecinos y la otra, la había cambiado por una participación de una rifa. Así, han perdido el dinero, pero han ganado una cosa: un corderito. Los niños de Juan le bautizan con el nombre de Bolita. No hay trabajo, no hay dinero, pero Bolita será un excelente plato para la cena de Nochebuena.

23 de diciembre. Hay que matar a Bolita. ¿Cómo? Juan y su mujer, secretamente encariñados con el cordero, proponen métodos absurdos e indoloros. Manolo, amigo de Juan, matarife profesional, se niega a prolongar su oficio de verdugo fuera de las horas de servicio. Además es vegetariano. No, Manolo no matará a Bolita, pero da a Juan todas las explicaciones teóricas necesarias para el sacrificio del corderito. Los niños de Juan ventean el peligro. Todo son símbolos terribles. El fin de Bolita se acerca.

24 de diciembre. Preparativos para el asesinato de Bolita. Juan huye y deja ese trabajo a su mujer. Los niños miran fijamente. Pilar ya ha afilado el gran cuchillo. Lo levanta, Bolita mira. Cuando Juan vuelve a su casa, el cordero sigue bien vivo entre la alegría de Pilar y los chicos. Juan se enfurece. Es tonto perder un manjar tan suculento por un sentimentalismo ridículo, Juan, que ha matado hombres en la guerra, matará al cordero. Pero no puede. Nadie puede. Bolita será desde ahora un miembro más de la familia. Alegría, alegría, y luego, desesperación. Unos gitanos han robado el cordero. Juan exige la movilización de la policía para la búsqueda de Bolita. Su patético discurso conmueve a los más severos funcionarios, a los criminales más terribles. La policía actúa. Los gitanos huyen. El azar, o un milagro, hace llegar a Bolita a una comunidad religiosa. Dulcemente, las monjitas hacen planes para guisar a Bolita y aún utilizan el corderito como actor en una función teatral que dan por la tarde. Avisado por la policía, Juan sigue la pista de Bolita y llega al colegio. Ante sus narices, un soldado roba el cordero y huye con él. En el cuartel, un disparo provocado por Bolita siembra la alarma y hace movilizarse a todo un regimiento. Bolita escapa y entre las vías de la estación cercana, se encuentra con otros hermanos que viajan encerrados en un largo tren. Un robo, frustrado por los guardias, reúne a Bolita con los de su especie. La dirección del tren, que ya se pone en marcha, es escalofriante: el matadero. Juan y Pilar tendrán que correr por toda la ciudad en el viejísimo taxi de un amigo para llegar junto a Bolita en el instante exacto. Un terrible cuchillo está a punto de caer sobre el pequeño cordero. Bolita se salva. Fin.

[del pressbook original de 1954]